Algunos de los recuerdos más divertidos que guardo de mi infancia son de momentos vividos en viajes por carretera, en familia, en el Pichirilo, como le decíamos al Mazda 323 rojo, de dos puertas, que mi papá compró de segunda por ahí en el 96.
Ese carro rodó por varias de las vías de Colombia con mis hermanos y yo en el asiento de atrás disfrutando de los paisajes de nuestro país. Había que turnarse la ventana, podías elegir entre ser el DJ del viaje o poner la frente en el vidrio de manera resignada porque en esos modelos no bajaban, solo abrían una ridícula hendija en la parte de atrás por donde a duras penas entraba algo de aire. En ese carro hicimos el típico viaje de la Costa a Bogotá, paseos a Cali y al Eje Cafetero, cruzar el Chicamocha en el Pichirilo fue una proeza después de un remiendo a la caja de cambios en Zipaquirá. Ya después tuvimos al Negro (un amplio Renault Logan) y la actual Camio (una Kia Sportage) que también nos llevaron a espectaculares destinos, pero nunca con la misma aura del Pichirilo.
Las paradas y la comida son parte fundamental de los viajes. Huevos criollos, sandías, merengones, artesanías y hasta cabras viajaron con nosotros aquellos años. Tenemos anécdotas por montón, pero esas puedo compartirlas en otro blog – si mi familia me las autoriza.
Lo que quiero compartirles hoy es que gracias a mi viaje por carretera este fin de semana y a los recuerdos de mi infancia, no pude evitar comparar la vida un roadtrip. Al final eso es la vida: un viaje. Elige un destino, un compañero, abrocha tu cinturón y avanza.
La vía es la vida. El destino cada uno de nuestros proyectos y sueños. El compañero de viaje nuestra familia, amigos o pareja – puedes ir solo en tu auto de la vida, pero otros viajan por los mismos caminos contigo o cerca de ti. En algún punto las rutas se cruzan o se comparte el auto, pero nunca vamos del todo solos.
La vía nos cruza con otros viajeros. Algunos van lento, otros van a toda velocidad. Viajar a un buen ritmo es seguro, no debemos apresurarnos por rebasar a nadie, cada uno viaja a su propia velocidad. Aprendemos que ir despacio no está mal, despacio también se puede disfrutar del recorrido.
La vía puede en ocasiones tener baches, bifurcaciones o cierres parciales, situaciones que hacen incómodo nuestro recorrido o son causas de inseguridad al no saber que opción tomar. Lo importante es mantener el norte y disfrutar el momento.
Si no planeamos bien es posible que todo el viaje cambie, como en la vida cuando las cosas salen de cualquier forma menos como lo deseamos. Esa es la parte más difícil, adaptarse, cambiar el rumbo o dar la vuelta para volver en otra ocasión. En la vida, también podemos replantear el rumbo.
La música es como amenizamos el viaje, es nuestra actitud frente a la vida.
Las paradas por gasolina, comida, o hasta para ir al baño, son las situaciones en que nuestro cuerpo nos pide un alto obligado, sea porque le exigimos mucho, no lo cuidamos o no descansamos. Las pausas durante el camino también son importantes, sino nuestro motor se recalienta y puede dejar de funcionar.
Mi cinturón de seguridad, el mejor compañero de viaje, las luces en el camino cuando es de noche, la luz y el viento en mi cara durante la mañana, es Dios, mi fe. Ni GoogleMaps, ni los anuncios en la vía dan mejores indicaciones que la fe.
La vida es un largo viaje con un solo verdadero destino, lo demás mientras tanto son solo estaciones durante el recorrido. Ojalá que al llegar al destino final seamos ricos en felicidad y experiencias. No importa la marca o el modelo del carro en que andamos, sino la calidad del viajero que somos al llegar al rumbo final.
Hace 15 años yo viajaba en el asiento de atrás, con mis padres liderando. Hoy voy adelante, responsable de los caminos por los que elijo avanzar. Acumulando experiencias y recuerdos. Aunque cambió mi lugar sigo en la vía, avanzando, siempre hacia adelante. Haciendo todo lo posible para que este viaje sea fructífero y placentero. Deseando llenar mi maleta con lo mejor posible y compartir el recorrido con personas maravillosas.
¿Se te parece la vida a un roadtrip?








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