¿Cuándo fue la última vez que estuviste en total silencio? ¿Cuándo fue la última vez que disfrutaste la soledad?
Silencio y soledad son dos condiciones a las que el mundo de hoy teme. Evade. Quizá porque nos hace sentir vulnerables, porque nos hace cuestionar nuestros propios conceptos, porque revela nuestros propios vacíos.
En el silencio nos encontramos con nosotros mismos, sin máscaras. El silencio desnuda nuestra mente y corazón. En la soledad nos autoevaluamos sin mentir. Y es que no hay a quién mentirle si solamente estás contigo.
Silencio y soledad real, apartados del afán del día, desconectados del mundo y sus presiones, sus exigencias, sus juegos de poder. Un silencio medicinal, terapéutico, honesto.
¿Eres de esos que si está solo en casa debe prender la tele o poner un poco de música para no sentirse solo? La próxima vez que tengas esa oportunidad, no lo hagas. Más bien date la oportunidad de escucharte a ti mismo. Ese silencio es muy parecido al que ocurre cuando estamos a punto de dormir, ese que pasa al final del día y que sacude la mente con una oleada reflexiva de lo que hicimos bien o mal. Ese instante en que despierta la conciencia, la satisfacción o el remordimiento.

A mí me gusta de vez en cuando poder estar sola. Hablar conmigo misma, cuestionarme.
En silencio, en paz, sin afán nos conectamos con nuestro interior y encontramos las respuestas. El silencio y soledad reales, cuando lo buscamos conscientemente nos ayudan a ver nuestro pasado, presente y futuro.
Hay espacios en la naturaleza, cuando estamos de vacaciones o en un simple paseo de fin de semana, que nos ayudan a conectarnos (o desconectarnos). Sonidos como las olas del mar, el canto de las aves en un verde campo o las chicharras cuando es hora de dormir nos recuerdan que estamos alejados de la gran ciudad, en medio de lo más parecido a la nada. O mirar el cielo y las estrellas, contemplar la luna. Hay escenarios que hacen que el silencio sea menos aterrador… en casa, sentados en el balcón, contemplando las luces de la ciudad, ¿Qué te dice tu yo interior?
Por temor a la soledad caemos en círculos que no nos aportan nada. Situaciones que solo pretenden llenar vacíos, es un silencio tenebroso. Por temor a la soledad desperdiciamos nuestro tiempo en entretenimientos pasajeros. Esos espacios, si así lo queremos, son una ventana de luz para replantear nuestra vida, nuestras relaciones, nuestro comportamiento.
Elijamos el silencio como parte de nuestra rutina semanal, unos minutos creo pueden ser suficientes. No se trata de hacernos monjes de ciudad o hacer votos de silencio, eso es un nivel de espiritualidad que al menos rebasa mis capacidades, sino dejar de huirle, elegirle de vez en cuando para escuchar nuestra voz interior. Esa nunca nos falla.
¿Le temes al silencio?


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