Hace ya varios días traía en borrador un blog al que no sabía cómo dar completa forma. Es un tema complicado de abordar, que incomoda a algunos, que despierta fanatismos y nos pone en esquinas como si se tratase de un ring de boxeo. Un tema cargado de polaridades, en el que nadie tiene la verdad absoluta y que solamente puede abordarse desde la madurez y el respeto por los demás.
Los atentados en Sri Lanka no hicieron sino darme impulso para poner por escrito lo que pienso y ratificar que el mundo tiene sed de amor, porque donde hay amor no hay +200 muertes en nombre de ningún Dios, ni bajo ningún interés político que quiera infundir miedo entre las comunidades.
Quienes perpetraron estos ataques son extremistas y es sólo uno de varios que ha sufrido la comunidad cristiana en días tan solemnes para nuestra fe. Es fácil atacar cuando una multitud está congregada, cuando la atención está puesta en celebrar la Pascua o un día santo. Y no han sido solo cristianos, el 15 de marzo pasado, en Nueva Zelanda, hubo también un ataque a dos mezquitas donde musulmanes se encontraban reunidos, unos 50 muertos aproximadamente. El 18 de enero, en el sur de Tailandia, monjes budistas fueron baleados a muerte en un templo de la provincia de Naraziuat… Y seguro que si hacemos una búsqueda en Google con «atentados religiosos» serán cientos de enlaces que nos permiten comprobar el dolor causado por una guerra religiosa entre credos que se inventó por quien sabe quién y parece no acabar.
¿De verdad crees que Yahvé o Alá están preocupados porque dos jóvenes se enamoren? ¿No será al contrario? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la religión nos separe y provoque una mirada diferente de los unos hacia los otros? Huimos de Rusia porque nos perseguían no sólo porque somos judíos, también porque queremos un mundo diferente, donde todos los hombres seamos iguales, y tengamos los mismos derechos y los mismos deberes, donde no se persiga a nadie rece a quien rece, piense lo que piense. Un mundo sin Dios, sin ningún Dios en cuyo nombre los hombres luchen entre sí.
Julia Navarro, Dispara, yo ya estoy muerto.
Sin embargo, mi propósito no es detenerme mucho en este hecho, sino en los pequeños ataques que día a día, en la cotidianidad perpetramos contra el prójimo por pensar distinto, por no creer en lo que creo, por profesar otra fe. Esos comportamientos están muy lejos de ser un atentado con bombas y baños de sangre, pero son pequeñas semillas de intolerancia e irrespeto que esparcimos en la sociedad cuando nos creemos con la verdad absoluta, imponemos al otro nuestro pensamiento, censuramos o nos mofamos de un credo que no profesamos.
No importa si soy ateo, católico, judío, musulmán, evangélico, pentecostal, budista… Según Wikipedia, en el mundo existen más de 4,200 religiones. ¿Imaginas cuantas creencias distintas a la tuya? En un mundo que cada vez exige y grita más por igualdad, por respeto a los derechos; un mundo que ve como retrogrado el no aceptar tantas otras cosas, es el mismo mundo que rechaza a quien cree en Dios; el mismo mundo que se burla y señala a quien se hace la señal de la cruz o reza cinco veces al día en dirección a la Meca. Ese mismo mundo que promueve la libertad de expresión, es el que censura y burla a quien celebra el Sabbat o practica un mes de ayuno.
¿Te has fijado como te comportas frente a las creencias y costumbres de las personas que te rodean? La religión del otro merece respeto (estés o no de acuerdo con lo que dicte). No eres un ser superior si te llenas los labios con argumentos en contra de Dios o la fe de los demás, eres superior si respetas y convives en armonía con las creencias de los otros. Es básico: así como cada quien educa a sus hijos como quiere, come lo que quiere, gasta su dinero como le va en gana, así también aquello en lo que cree no está sujeto a tus juicios. ¿Cuántas veces hemos atentado contra el otro con palabras o gestos de desaire? ¿Cuántas veces nos hemos burlado o atacado la fe de otro? A mí en particular, me parece tan inverosímil cuando alguien quiere desestimar mi fe católica e insultar a la Iglesia por causa de los errores de sacerdotes que se han equivocado. Estos ya están teniendo su paga y si no aquí la tendrán algún día. O cuando por ignorancia condenan al sacerdote que se negó a dar la sagrada comunión o confesar porque, a los ojos de la doctrina católica, vives en adulterio o en un concubinato escandaloso…. es doctrina, y la fe es así, crees o no crees… Pero no me adentrare aquí porque es cuando el tema se pone feo. A esos que viven con la necesidad de difamar y desacreditar la fe de los demás, de dar una opinión o levantar un juicio les digo, puedes pronunciarte sin imponer ni agredir, sin denigrar. No te resto derecho a manifestar tu opinión, pero exijo que no me ataques.
Yo tengo mi fe clara. Yo sé quién soy y que creo; conozco mis faltas y que no soy una cristiana ejemplar, lejos estoy de ser santa, pero desde que tengo memoria y los temas religiosos han sido tema de conversación en la mesa he dicho y ratifico: «De qué nos vale creer en Dios, si no practicamos el bien». De qué nos sirve creer en Dios si mi lengua me condena y mis obras no hablan sino del mal que llevo dentro. Las religiones nos quieren acercar al paraíso (o como quiera que se llama ese maravilloso lugar que nos prometen después de la muerte), todas las religiones quieren que construyamos en vida la mejor versión de nosotros mismos. Si es que crees o no en un Dios, concéntrate en crear esa versión y en dejar que los demás la creen de la mano de la fe que elijan.
Que la próxima vez que quieras imponer tu pensamiento, cuestionar la verdad del otro, pisotear la fe de tu vecino recuerdes, que la única diferencia es que aquellos llevaban armas.
Que tengas un lindo día!
Doctrina: Conjunto de ideas, enseñanzas o principios básicos defendidos por un movimiento religioso, ideológico, político, etc.


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