Como «tres mujeres de este mundo», así introdujo Alina Torrero a las invitadas al panel «La Lucha de las desigualdades» en el marco del segundo día de Hay Forum Ciudad de Panamá.
Desde sus experiencias y trabajos, Indhira, Miroslava y Josefa nos fueron navegando por profundas reflexiones sobre la desigualdad, la discriminación y las realidades que impactan a la población en general, y a los grupos minoritarios e interseccionales en particular, problemáticas que no son solo de estos grupos afectados sino que es un tema de interés de la sociedad al completo, pues está comprobado que desviar la mirada no los desvanece, solo los oculta, nos hace indiferentes pero no inmunes a sus consecuencias.

Indhira, colombiana, exmodelo, actriz, ahora conferencista y tallerista, nos adentró en la vida de la mujer caribe, negra, con su cabello afro que ha sido enseñada que para verse bien debe procurar lucir más blanca y lisa. Le decían que no era guapa y que afortunadamente, por ser inteligente, iba a poder hacerse a mejores oportunidades. Dice que el modelaje la salvó, pues conectó con su identidad, y la actuación le regaló la capacidad de ponerse en los zapatos de otros, para entender su vida desde otra mirada.
Su proyecto «Reconstruyendo Imaginarios», empezó en la sala de su casa, donde con tertulias sin censura se hablaba de temas y retos comunes a las mujeres afro: dinero y trabajo, educación, pareja, sexualidad y poder. Con el tiempo, Indhira comprendió que esos problemas no se refieren solo a la discriminación de un grupo en particular o una característica puntual, sino que es un tejido de pensamiento colectivo que señala a todo el que es diferente y no lo acepta, la negra, la indígena, la homosexual (y uso «la» porque a la mujer siempre le toma más tiempo poder probar su valor, y más aun si hace parte de grupos subrepresentados).
Los imaginarios son todas esas ideas que se han instalado como creencias inamovibles y que nos hacen juzgar a una persona, sin darnos la oportunidad de conocerla, solo por su apariencia o por cómo la percibimos en un primer encuentro. Son ideas que nos impiden conectarnos con el otro y que nos dificultan crecer como sociedad.
Según ella, no podemos combatir un solo tipo de discriminación, porque cuando te sientas a defender solo una causa, tu causa, no es una verdadera lucha por la igualdad, sino una agenda para tu conveniencia. Así pues, la invitación es a trabajar por acabar con todo tipo de discriminación.

Rosa la crespa, es su cuento infantil. Una niña se levanta un día y no sabe como peinar su cabello, y todos en casa le dan ideas para resolver su problema. Rosa conoce a una persona que le ayudará a amar su cabello tal y como es.
Esa es la realidad de miles de mujeres que volcadas a cumplir un patrón de belleza racista y excluyente, son enseñadas desde niñas que deben tener el cabello lacio a cualquier costo, sin importar cuanto daño puedan hacerle y a su piel, a su conciencia, identidad y auto-aceptación.
Es un cuento que no debe ser presentado solo a las niñas afro, no es una historia de nicho. Este cuento es para todos, es una historia universal, como ella lo define, porque todos debemos aprender que independientemente de nuestras características somos valiosos y únicos, somos seres humanos, hermanos en este planeta.
Poner estos cuentos en la mesa, presentarlos en nuevos espacios, es el punto de partida para abrir diálogos más profundos entre niños y adultos en casa, en sus comunidades y escuelas para empezar a educar alrededor de la discriminación.
Conocer y escuchar a Indhira fue todo un placer. Una mujer que tiene luz, tiene estrella, que inspira y motiva al cambio.


La conversación siguió con Miroslava Herrera, panameña, integrante del dúo musical Afrodisiaco, comunicadora social y gestora cultural.
Miroslava nos hizo volver la mirada a los ritmos del tambor, ritmos que están dormidos en nuestra psique pero aun vivos, porque son legado de los pueblos ancestrales y hacen parte de nuestras raíces.
La música es el elemento que ella utiliza para despertar la conciencia de las personas para hacerse preguntas. La vida no se puede vivir si solo estamos tratando de sobrevivir, por eso el llamado es a destruir los altares racistas, y eso te incluye a ti y a mi.
Somos racistas. Vivimos en una sociedad racista. Que trata despectivamente y excluye al negro por ser negro, por tener el pelo malo, por su manera de hablar, su modo de ser. Asociamos negritud a pobreza, a incapacidad intelectual. Miroslava ha creado conciencia sobre cómo nuestros cantos, expresiones, refranes, incluso poemas que aprenden los niños en la escuela, están fundados en modelos racistas que perpetúan el dolor y la exclusión.
En su lugar está creando nuevos mensajes. Está creando sendas para encausar un nuevo discurso contra todas las formas de discriminación.
Para terminar, Josefa Sánchez Contreras, mexicana, socióloga, investigadora y activista por la defensa territorial y los derechos indígenas, nos habló de como nuestra sociedad se sostiene en los modelos colonialistas y extractivistas. Cómo los museos y la Historia presenta a los pueblos aborígenes como extintos y petrificados, difundiendo una visión errada de estas comunidades tan vivas, activas y ricas hoy en día.
Aquí también entran en juego los imaginarios. El imaginario del indígena sucio, inferior e ignorante. Josefa es el vivo ejemplo de la gran capacidad e igualdad. Escucharla hablar en perfecto español (que no es su lengua de origen) es una muestra de la resiliencia y empuje.
Ella nos cuestiona, ¿por qué solo la mujer indígena o la mujer afro debe preocuparse de resolver toda esta situación? ¿No es esto un problema de todos?
Sucede que nos hemos creído que si el «problema no me afecta» entonces no me corresponde, cuando la realidad es que los problemas son de todos, porque habitamos este mundo al que le inventamos fronteras imaginarias, donde los pueblos aborígenes e indigenas son custodios de la naturaleza y las raíces pero nos quieren hacer creer que son agentes que retrasan el progreso, cuando en realidad son defensores de la vida.
La conversación terminó con una pequeña reflexión alrededor de la migración en Panamá y en el mundo entero. Creemos que es un problema de una nacionalidad, de un solo territorio, cuando el mundo está lleno de migrantes y desplazados.
Podemos ponerle el titulo que deseemos y están en cualquier país, Colombia, Panamá, México, El Congo. La invitación es a sensibilizar la mirada del no migrante para que comprenda que tiene la capacidad de apoyar y ofrecer una ayuda a esta situación que hoy, parece, no impactarle.


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