Cuarentena para el alma

Esto, señoras y señores, los ciudadanos de a pie, con poco bagaje científico, no lo vimos venir.

Parece una película de ciencia ficción. Apocalíptica.

Digna de los fanáticos de las historias del fin del mundo.

Algo sin precedentes en nuestra generación, pero vivido por otros siglos atrás.

Es verdaderamente trágico para quienes han tenido pérdidas en su familia, porque esta es una enfermedad fría, indolente, que no te permite despedirte.

Para los demás, la situación es incomoda, pero no imposible de sobrellevar. Solo estamos “sufriendo” en nuestras casitas de cristal.


Es por lejos, difícil de comprender.

¿Cómo es posible que estemos presos en nuestras propias casas?

Encerrados, arrinconados.

Esto debe ser lo más parecido a una sentencia de casa por cárcel.  

Es una condena silenciosa, que nos va desbaratando lento.

¡Y no físicamente, no!

Sino el espíritu.


Nos desencaja por completo porque nos corrobora que nada tenemos seguro.

Porque limita nuestra libertad.

Nos enseña que nuestros planes se desvanecen con un soplo – sea por designio divino, por el poder de la madre naturaleza, por karma, o por lo que sea que quieran creer – y quedamos en el aire. ¿Por qué entonces nos vendemos invencibles y poderosos todo el tiempo? ¿Por qué nos creemos superiores?

Que no importa si teníamos planeada una boda o un viaje importante, simplemente ninguna fecha en el calendario resiste las circunstancias actuales.


Y nos cuestiona… y nos da miedo pensar, que, si esta fuese la nueva manera de vivir,

cuanto tiempo hemos desperdiciado,

cuantas cosas no hemos dicho,

cuanto hemos engañado a otros, y peor aún a nosotros mismos.


Para algunos, estos días en casa, son una luna de miel, para otros es una añoranza por el abrazo de sus seres más amados, habrá quien vive su peor infierno.  Que destino compartir las mismas cuatro paredes con un ser desconocido que no dejas ir por costumbre y dependencia, que impactante ver el tiempo que has perdido con tus hijos o descubrir que odias lo que haces 8 horas al día 5 días a la semana.


Para otros, es entregarse a los demás, es servir sin conocer el nombre de quien está al final de su mano. Es salir a trabajar para que otros podamos comer, o vivir. Es sentir miedo de estar fuera y querer abandonar, pero no poder hacerlo porque no hay más seguridad que esa.


Para quienes los agarró en ocio o desempleados, es una rutina que se resume en prender la tele, revisar el celular, asomarse a la ventana y ver a la nada. Esas son tus cuatro paredes.  Tu cuerpo es tu prisión.


Y resulta que esta manera de vivir no es nueva, monjes budistas o monjas de clausura ya pasan sus días así, aislados. Y entonces, ¿Por qué es tan difícil para nosotros? ¿Por qué teniéndolo todo nos cuesta tanto?


Entonces queremos hacer malabares con el tiempo. Queremos leer los libros que no leímos, jugar los juegos que no jugamos, ejercitarnos para evitar que ese bicho nos agarre débiles, comer saludable, beber el vino de un barril completo, queremos hablar con los amigos que hace tiempo olvidamos, y saber de nuestros padres más de dos veces al día. Cocinamos ricas recetas, ordenamos el closet que siempre mantenemos patas arriba. Desempolvamos el libro de mándalas, arreglamos el jardín, escribimos para desahogarnos, hacemos cursos en línea. Acabamos con todas las series de Netflix. Nos infoxicamos con las noticias. Trabajamos lo que podemos desde la nueva oficina que llamamos casa, oramos a Dios para ver si nos contesta… [inserte aquí sus propias actividades]. Luego, planeamos qué haremos cuando esto pase. Y vuelta a empezar.


Pero no hacemos una pausa, no hacemos silencio en nuestro interior.

Nos aterra. Nos aterra no tener nada que hacer. ¿Será que nos sentimos vacíos? ¿Cansados? ¿Cómo te hace sentir todo esto contigo mismo?


A pesar de haber sido distantes, decimos ahora extrañar el contacto con otros.

Queremos ver a los ojos a través de una cámara de video.

Nos incomoda la soledad.

Nuestra ropa es la ansiedad.

Nuestra seguridad es la aprobación de los demás.


Yo quiero que esta sea una cuarentena para el alma.

Que nos limpie por dentro, que nos haga mejores personas.

Que nos haga más sensibles a la vida y al tiempo, conscientes de nuestra fragilidad y nos abra los ojos a reconocer el valor de las cosas realmente importantes.

Que estos días en medio del silencio lacerante nos sirvan para encontrarnos a nosotros mismos.

Para redescubrir quienes somos y qué queremos, más allá de qué tenemos y cómo nos califican los demás.


Que estos días no nos pasen en vano, sino que nos permitan reescribirnos.

Que nos hagan sensibles y agradecidos – porque no nos damos cuenta de lo ricos que somos sino ahora, en medio de esta carencia impuesta e ilusoria.

Que cuando salgamos de esta, juntos podamos construir un mundo mejor.

Un mundo donde erradiquemos la pandemia que somos nosotros mismos, y seamos más la salud que la tierra necesita.

No desde un mundo de redes sociales y pantallas, sino en la vida real, con seres de carne y hueso. Más humanos, vivos, presentes y auténticos.

#StayHome #StaySafe




Una respuesta a “Cuarentena para el alma”

  1. Avatar de Juan Andrés Martínez Franco
    Juan Andrés Martínez Franco

    Kathe, pero además mira lo que está pasando a pocos días de parar la carrera del día a dia, me sorprende como la naturaleza a solo dos días del confinamiento voluntario, se manifiesta con muestras claras de que ellos han vivido llenos del mismo miedo que nosotros estamos hoy … Los animales la naturaleza a solo unos días de terminar sus más de 40 años de confinamiento del nosotros .

    Abrazo

    Le gusta a 1 persona


Deja un comentario