Kathe Berdugo

La gente linda no es la que sale en las revistas o la que tiene más likes en Instagram; no son los influencers ni los que tienen 100mil seguidores en Youtube. No son los que mejor se maquillan, o los que tienen la ropa más fina. Ni el dinero, ni las joyas que cargamos, ni la casa donde vivimos o los títulos que ostentamos nos hacen mejores personas.

Lindo es más que una sonrisa perfecta, un cuerpo esbelto o un abdomen de chocolatina. Esas cosas nos hacen, guapos, por llamarlo de algún modo, pero lo que nos hace verdaderamente lindos es decir buenos días y dar las gracias, ceder el paso, escuchar al que necesita, no juzgar, ser amables. Nos hace lindas personas la capacidad de perdonar, preocuparnos auténticamente por el bienestar de los demás, llamar a nuestros padres para saber cómo están y no olvidar a quien alguna vez nos tendió la mano en momentos de dificultad.

Todos estamos en este mundo de paso y nadie tiene su destino asegurado. Nadie es menos que nadie es una premisa que a veces muchos olvidan. Me gusta observar el comportamiento de la gente y que pena me dan aquellas personas que se muerden la lengua para no decir buenos días al personal del servicio, al conductor o al conserje de su edificio, pero se rasgan las vestiduras para hacerse notar por otros que a sus ojos consideran importantes.  La vida da vueltas y no sabemos qué circunstancias pueden ponernos en otro lugar, en otras condiciones.

Etiquetar a las personas por como se ven o lo que hacen es atrevido. Si nos quitamos la ropa y el apellido somos todos idénticos, con capacidades ilimitadas de lograr grandes cosas, de cumplir un propósito. Todos partiremos un día de este loco mundo, entonces, ¿Por qué la altivez?, ¿Por qué la soberbia?, ¿Por qué el complejo de superioridad?  Recuerdo en una oportunidad alguien me dijo: “… Es que usted se hace amiga de las señoras del servicio…”, no, yo no me hago amiga de nadie tan fácilmente, pero reconozco en los demás su humanidad, igual a la mía, admiro su resiliencia. Me gusta escuchar las historias de vida de esas personas que dejan hogar, país y familia huyendo a la violencia y la falta de oportunidades para forjarse un futuro mejor. Ella aquí limpiaba apartamentos, hacía de mesera o cuidaba personas mayores (nada de ello es deshonra), en su país era una emprendedora y tenía su empleo estable, pero tuvo que abandonar todo para darle un mejor futuro a sus hijos. ¿Es menos que tú y yo? No, ¡es una valiente, una luchadora!

La gente más linda es humilde y sencilla de corazón, los que sin importar las dificultades llevan siempre una sonrisa y contagian energía positiva. La gente que no pierde la fe, que actúa con bondad sin esperar nada a cambio. La gente linda es la que te mira a los ojos y es transparente. La que dice la verdad, la que enseña y comparte.  

¡El mundo necesita más personas así!