Gracias a mi actividad como promotora de lectura he descubierto que uno de los gustos más lindos es sentir que eres «parte de algo más». Compartir tus lecturas con otras personas, sea que estén o no de acuerdo con tu apreciación final, es una experiencia nutritiva y divertida.
Leer en clubes de lectura y compartir con otros lectores es reconfortante y creo que fueron espacios infravalorados en el pasado que, después de pandemia, han cobrado una fuerza enorme entre lectores asiduos y personas que desean iniciarse en el hábito de leer.
¿Cuantos lectores no se han sentado en una reunión familiar o con su circulo de amigos y experimentado el deseo de contarles lo que han leído recientemente?
Les quieres mostrar cómo disfrutaste esa lectura, quisieras poder meterles por los ojos y hacerles sentir en la piel esas historias que te han removido las entrañas, las frases que dijo un personaje o el narrador que acoges como propias porque te identificas profundamente… pero no puedes hacerlo, porque tus amigos «no leen».
Así es como, motivados a crear «nuestro propio círculo de amigos lectores», nace un club, un espacio donde nos unimos para conocernos a través de los libros. Y no es nuevo, ya lo hacían los grandes autores en las salas de sus casas desde tiempos lejanos.
Pertenecer a un club de lectura es tener un oasis en medio de la rutina, se teje una red de recomendaciones, de intercambio, de actividad cultural, de café y tertulias que nos recargan el espíritu literario y nos revelan la belleza de las historias, la pluma de un autor o sentimientos que de otro modo quizá no podríamos develar.
Cada club tiene su esencia, depende de las preferencias, los temas, los géneros, la frecuencia de lectura.
Y si parece que nada se acomoda a lo que te gustaría experimentar, puedes crear el tuyo.
Aquí estamos, ya son dos años de Letras Cuesta Arriba, compartiendo lecturas estimulantes con lectores que van, vienen y permanecen entre múltiples historias.
Nada nos restringe o nos obliga a estar en una u otra lectura, solo es cuestión de sentir el llamado a compartir un ciclo, un libro que nos atrae, un autor que hace tiempo queremos leer, un libro que te recomendaron por ahí, y dejar fluir una conversación amena con múltiples perspectivas, enriquecida por las vivencias de cada persona en la sala para no solo leer sino compartir.
Leer no es más una actividad solitaria cuando te sumas a un club de lectura.
Si te gusta leer en solitario es fenomenal, el recorrido lector tiene sus lecturas intimas, siempre se disfruta la lectura a solas. Sin embargo, te invito a experimentar, aunque sea una vez, la lectura compartida en un book club, y me cuentas qué tal te va.


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