Hoy, en el día internacional de la mujer, no podía dejar pasar una nota que compilara el poder y la sabiduría de los libros, con el llamado a reencontrarnos con nuestra fuerza femenina.
Este texto está inspirado en el Libro Mujeres que Corren con los Lobos de Clarissa Pinkola Estés.
Así dice la historia (resumida)
Hay una vieja que vive en un escondrijo del alma que todos conocen, pero muy pocos han visto. Como en los cuentos de hadas, la vieja espera que los que se han extraviado, los caminantes y los buscadores acudan a verla.
Es prudente, y por encima de todo, desea evitar cualquier clase de compañía. Cacarea como las gallinas, canta como las aves y por regla general emite más sonidos animales que humanos.
Podría decir que vive entre las desgastadas laderas de granito de un territorio indio, o encerrada a las afueras de un pozo, quizá viaja hacia el sur por los montes, o cerca de una autovía desplazándose con los camioneros. Se le conoce con distintos nombres: La huesera, la trapera, la loba.
La única tarea de la loba consiste en recoger huesos. Recoge y conserva sobre todo lo que corre peligro de perderse. Su cueva está llena de huesos de todas las criaturas del desierto: venados, serpientes, cuervos. Pero su especialidad, son los lobos.
Se arrastra, trepa, y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobo y, cuando ha juntado un esqueleto entero, cuando el último hueso está en su sitio y tiene ante sus ojos la hermosa escultura blanca de la criatura, se sienta al fuego y piensa qué canción va a cantar.
Cuando ya se ha decidido, se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. Entonces los huesos de las costillas y los huesos de las patas del lobo se cubren de carne y a la criatura le crece el pelo. La loba canta un poco más y la criatura cobra vida y su fuerte y peluda cola se curva hacia arriba.
La loba sigue cantando y la criatura lobuna empieza a respirar.
La loba canta con tal intensidad que el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos, pega un brinco y escapa corriendo cañón abajo.
En algún momento de su carrera, debido a la velocidad o a su chapoteo en el agua que está cruzando, a un rayo de sol o a un rayo de luna que le ilumina directamente el costado, el lobo se transforma de repente en una mujer que corre libremente hacia el horizonte riéndose, riéndose a carcajadas.
Recuerda que si te adentras en el desierto y está a punto de ponerse el sol, y quizá te has extraviado un poquito y te sientes cansada, estas de suerte, pues bien pudiera ser que le cayeras en gracia a la Loba y ella te enseñara una cosa… una cosa del alma.
La invitación hoy es a reencontrarnos con los huesos. Nuestros huesos. Nuestros huesos es nuestra esencia, eso que es irrompible, inquebrantable. La fuerza indestructible de nuestra vida. Nuestra esencia. Llegamos a los huesos cuando estamos en procesos de reencuentro con nosotras mismas, a través de procesos creativos, o de meditación profunda. Cuando estamos en etapa de construcción, reconstrucción o deconstrucción, a través a veces, de la soledad deliberada.
Todas desde el día mismo de nuestra gestación conectamos en una cadena generacional interminable con la primera mujer. Hoy celebramos que somos mujeres desde el vientre de nuestra madre y que llevamos dentro esa fuerza poderosa de la primera mujer en el mundo, la mujer salvaje.
Y salvaje aquí no se refiere al termino peyorativo moderno de algo fuera de control, sino algo natural, instintivo. Cuando algo es salvaje, está o rinde cuenta a su estado más puro, más natural.
Como mujeres, a menudos nos encontramos atrapadas en una sociedad que trata de domesticar nuestro espíritu, de hacer que nos ajustemos a ciertos estándares y decirnos quienes debemos ser. Pero somos en esencia, ese lobo que se levanta y corre libre y se ríe a carcajadas.
La mujer salvaje representa un espíritu indómito, fiel a si misma, poderoso que reside dentro de cada una de nosotras. La mujer salvaje no tiene miedo a defender lo que cree, decir lo que piensa y seguir su corazón.
Y, sin embargo, a pesar del poder y la fuerza que posee esta Mujer Salvaje, a menudo es reprimida y silenciada por una sociedad que la teme. La invitación es a abrazar a nuestra Mujer Salvaje interior, y no tener miedo de dejarla salir.
Ser una mujer salvaje significa que abrazas tu ferocidad, tu pasión y tu fuerza interior. Significa que no dejas que la sociedad dicte quién debes ser o qué debes hacer. Significa que confías en tus instintos y sigues tu corazón, incluso si eso significa ir contra la corriente.
Como mujeres, a menudo se nos dice que somos demasiado emocionales, demasiado sensibles o demasiado débiles. Y hoy deben saber que nuestras emociones no son debilidades, son nuestras fortalezas. Son los que nos hacen poderosas, empáticas y compasivas.
La mujer salvaje es una fuerza de la naturaleza que es a la vez creativa y destructiva, cariñosa y feroz. Es una fuerza que no teme correr riesgos, defender lo que cree y perseguir sus sueños con pasión y determinación.
Entonces, mis queridas mujeres, les pregunto: ¿escuchan la llamada de lo salvaje dentro de ustedes? ¿Sientes el impulso de liberarte de las limitaciones de la sociedad y las expectativas de los demás, para abrazar tu verdadera naturaleza y seguir tu propio camino?
Si es así, te insto a prestar atención a ese llamado. Abraza tu lado salvaje y deja que te guíe en tu viaje. No tengas miedo de correr riesgos y cometer errores en el camino. El fracaso no es una señal de debilidad, sino una señal de que te estás esforzando más allá de tus límites y fortaleciéndote en el proceso.
Recuerda, la mujer salvaje dentro de ti no se trata sólo de ser fuerte e independiente. También se trata de nutrir y cuidar a quienes te rodean, tal como una madre nutre a sus hijos. La mujer salvaje es compasiva y empática, y sabe escuchar y comprender las necesidades de los demás.
Entonces, mis queridas mujeres, inspirémonos todas en esta historia. Abracemos nuestro lado natural, autentico, y dejemos que nos guíe en nuestro viaje hacia el autodescubrimiento para reconectar con nuestra esencia. Celebremos nuestras fortalezas y talentos únicos, y usémoslos para tener un impacto positivo en el mundo.
¿Cuáles son nuestros huesos? ¿Cuál es ese lado salvaje que está pidiendo salir? ¿Cuáles son esos logros que hemos alcanzado cuando nos dejamos llevar por esa ferocidad interior?
Las dejo con esta frase: sal del bosque, sal enseguida. Si no sales del bosque, jamás ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás. Sal del bosque, sal enseguida.


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