No nos pongamos románticos. Así como el grinch odia la navidad, también sé que algunos no son muy fans de San Valentín que digamos. Y aunque ya pasó la fecha, y ya gastamos en chocolates, cenas, peluches, joyas, iphones, viajes o lo que sea que hayan elegido hacer, vengo a decirles que existen muchas versiones del amor, y que no sólo es el amor romántico el que nos llena.
¿Qué tal el amor a nosotros mismos? Ese que tenemos que aprender primero para poder darnos a los demás. El amor a los hijos, para quienes son madres y padres; el amor a la familia, los amigos, los gatos, las plantas, la buena comida. O el amor por los libros. Algunos aman su trabajo, porque es trascendente y permite dejar huella. Algunos aman el silencio, la soledad, la calma. El mar, o la montaña. El canto de las aves en la tarde, cuando el sol cae y enfría la noche.
Amamos los recuerdos y el tiempo. Amamos a quienes se han ido y nos han dejado grandes enseñanzas. Amamos una buena taza de café en la mañana. Amamos una tarde de juegos de mesa. Amamos acostarnos en el sofá a ver una película. Amamos cuando vemos a la gente hacer cosas buenas, porque aún hay esperanza en el mundo. Amamos la creatividad de los niños, la sabiduría de los abuelos. Un beso en la frente. Una carcajada sincera. Una caminata bajo las estrellas.
Si vemos más allá, el amor es una forma de vivir, son los cristales por los cuales decidimos ver el mundo. El amor no es el cupido sin pantalones que nos hicieron creer nos flecha y hace vivir en idilio con un ser perfecto. El amor es ver el mundo y a todos con bondad a pesar de sus imperfecciones.
Vengo a decirles que la vida es amor si la vemos con otros ojos. ¡Y por eso hay que celebrar! – Celebrar el amor como estilo de vida.


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