¿Es una habilidad o una debilidad? ¿Una necesidad o un vicio?
Es una palabra fea pero con una gratificante esencia – mientras no paguemos las consecuencias.
Digo fea porque no suena como otras, no es melódica, parece no rimar con nada, y tampoco luce similar a otra que mi pobre vocabulario español pueda recordar. Gratificante porque te lleva de lo aburrido o lo complejo, a algo que disfrutas más, generalmente trivial.
La etimología, según el primer resultado en Google que para efectos de este blog funciona: «Pro» que significa adelante y «Crastinus» que hace referencia al futuro. En coloquial, dejar para mañana lo que puedes hacer hoy.
Su mejor forma es en presente continuo: procrastinando, porque en pasado: procrastiné, puede generar estrés, angustia y uno que otro problema si lo que tenias que hacer afecta a otros.
Procrastinar como todo un experto, requiere un grado alto de conciencia, aplazas con pleno conocimiento de esa una o varias tareas esperando por ti, pero eliges perderte en el placer de un libro, un capitulo más de la serie, un scroll down infinito en Instagram o 30 minutos de videos lights en tik tok.
Procrastinar, de nuevo, responsablemente – si es que puede ser un adverbio que empate con semejante acción – es un poquito bueno para la salud, más en estos meses donde la bola rueda sin parar. Siempre que no dependa de ti la formula de la vacuna o seas el encargado del botón de encendido del sol, creo que podemos darnos el muy gratuito placer de procrastinar un poco, de vez en cuando y de cuando en vez.
Eso si, no se amañe. ¡No es un buen lugar para quedarse por mucho tiempo!

Deja un comentario