365 amaneceres, 365 puestas de sol,
1 año, la misma vida, o una distinta,
depende cómo lo quiera ver.
Para algunos una nueva oportunidad,
para otros un viaje a otra existencia,
un año que ha sido,
una ocasión para limpiar los cristales,
y ver la vida desde otra perspectiva.
Parecía que se nos ponían los sueños en pausa, pero …
el reloj siguió corriendo,
el tiempo nos pasó,
y no retorna.
No vuelve el momento en que pudimos amar,
no vuelve la soledad para estar conmigo misma,
no vuelve el día que ocupe en lamentar
que las cosas no estaban saliendo como quería.
No vuelven los momentos que me fueron dados para
redescubrir y cuestionarme,
no vuelve pero ha valido,
el día que toqué fondo,
el día que me rendí y no fui tan fuerte,
vale el día que me quebré en pedazos y
abrí los ojos,
y cuestioné mi tiempo, mi mundo, mis prioridades,
mis moldes, las expectativas de mi,
y lo que me creía con derecho,
de exigir a otros.
No es un año perdido,
es un año que se vivió a plenitud,
así como podía, en casa, resguardada, alerta,
un año valioso para el yo interior,
porque cuando todo vuelva a ser como antes,
y venga a sacudirme la rutina y el afán,
me acuerde que,
en el silencio de mi hogar,
en el fondo de mi corazón,
la paz es más valiosa que la prisa,
que estoy antes que el compromiso de quedar bien con otros,
que vale cuidar la relación con aquellos que nos dan verdadero soporte.
Un año único,
no importa si los planes no salieron como ideamos,
o que bien por aquello que logramos y no teníamos previsto.
Que bello eso que logramos materializar,
porque en medio de todo, igual logramos cumplir sueños,
avanzar,
pensar,
meditar,
contemplar,
pausar,
compartir,
cuestionar,
apoyar,
abrazar,
acompañar,
servir,
agradecer,
dar y recibir.
En medio de lo complejo,
atemorizante,
e incontrolable de la pandemia,
pudimos ser humanos,
conocimos lo hermoso y lo vulnerable de nuestro interior,
y descubrimos, que
en esencia, estamos hechos de la misma materia.
No fue un año perdido,
y es tremendo regalo que hoy estamos aquí,
leyendo estas líneas,
y que por alguna razón,
que nos corresponde ahora descubrir,
sigue latiendo el corazón,
seguimos respirando,
brilla el sol para nosotros.
Por algo estamos aquí,
aprovechemos la dicha,
bendición, oportunidad o suerte,
según sea nuestra convicción o credo,
de tener aún los pies en esta tierra.
En honor a los que se nos fueron,
en honor a los que vieron pasar la vida ante sus ojos,
en honor a quienes estuvieron a puertas de extrañados,
vivamos de verdad, lo que nos quede por vivir.


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