Estoy de acuerdo con la importancia que tiene para los seres humanos, y sobre todo hoy día, poder organizar nuestra rutina para tomar provecho de la mejor versión de nosotros mismos.
Robin Sharma es un gurú mundialmente conocido y no soy quien para poner en duda sus palabras. Su recorrido y reputación hablan por si solas pero este libro me generó bastantes dilemas con cada pagina; por lo que he elegido tomar aquello que pienso puedo adaptar a mi vida y desechar lo que me parece, sería más bien, una ejecución bastante cuadriculada de la vida.
La obra narra un método, según el autor, usado por millonarios y exitosos en el mundo. ¡Todos mis respetos a quienes logren organizar su vida de esta manera, siempre y cuando sea una aplicación sostenible y genere felicidad! y no como esas dietas restrictivas que aplicamos por un tiempo con entusiasmo visceral pero luego se convierten en un tormento que no podemos mantener.
La historia es narrada a manera de cuento, con personajes de características bastante… estrambóticas – para no llamarlas de otro modo – lo cual en algunas partes del relato hace que pierda la conexión, y dude de la seriedad y profundidad que él como autor probablemente desea trasmitir. Es como si resultara un método poco probable de ser aplicado por personas «comunes».
Hay apartes bastante interesantes, el libro se vale de esquemas y listas – que dado mi tipo de personalidad me resultan agradables de leer y clave para mantener el hilo. Si recomiendo su lectura porque de todos modos logra captar la atención, despierta la reflexión y análisis de algunas facetas de la vida que llevamos en automático, y sin ningún propósito. Abajo algunas frases de mi lectura que me gustaría destacar:
Es el uso incorrecto de la tecnología lo que está echando a perder la mente de la gente, dañando su productividad y destruyendo el propio tejido de nuestra sociedad. Tu teléfono te cuesta una fortuna si estás jugando con él todo el día, ¿sabes?
Aprendemos a saborear la belleza sencilla, nos sentimos agradecidos por los pequeños milagros, apreciamos el valor inapreciable de la paz mental, pasamos más tiempo cultivando las conexiones humanas y llegamos a entender que quien gana es el que más da.
Nuestra cultura nos dice que persigamos títulos y baratijas, aplausos y aclamaciones, dinero y mansiones. Y todo eso está bien siempre que no dejes que te laven el cerebro hasta el punto de que esas cosas definan tu valía como ser humano. Disfruta de ellas, pero no les cojas demasiado apego. Puedes tenerlas, pero no dejes que tu identidad se base en ellas. Aprécialas, pero no dependas de ellas.
El descanso y la recuperación no es ningún lujo para las personas entregadas a la perfección, sino una necesidad.
La dedicación y la disciplina ofrecen mejores resultados que la brillantez y el talento innato en el día a día.
Cualquier cosa que hacéis en el mundo exterior es consecuencia directa de lo que sucede en vuestro interior.


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