Tuve la oportunidad de sumarme a una llamada con el autor en la que nos compartía algo del proceso de creación de su novela y nos daba espacio para interactuar con él respecto a nuestras apreciaciones de la obra.
Yo, entre curiosa y emocionada por haber encontrado un libro que habla de la muerte de un modo tan cómico y real, aproveché para preguntar ¿qué teníamos que hacer como sociedad para dejar de temerle a la muerte y hablar con naturalidad de ella?
La muerte es para muchos un tema tabú. No digo que nos haga felices pensar en ella, o que la estemos llamando, pues en general amamos vivir, y queremos que nuestro paso por la tierra sea lo más largo y agradable posible.
La muerte está con nosotros desde nuestra concepción, vivir nos ofrece una sola certeza: que un día vamos a morir. Aún así, preferimos no tocar el tema.
¿Por qué nos sentimos tan incómodos hablando de la muerte? ¿le tememos? ¿o más bien, es más sencillo evadir que un día vendrá por nosotros?
Para mi la muerte nos ayuda a aterrizar cada día, nos ofrece una motivación para hacer cosas que trascienden. Nos ayuda a vivir a plenitud la vida y a tomarnos menos cosas en serio.
Tener conciencia de la muerte nos da perspectiva.
Nos ayuda a no ser personas pasivas que solo ven pasar el tiempo.
Mi papá en casa siempre nos hablaba de ella. Desde niños hemos escuchado muchas veces el famoso: «Cuando yo me muera…», y sé que el día que nos falte, haber hablado de ello no hará que sea menor el dolor de la partida, o que estaremos de fiesta, pero, al menos a mi, me ha enseñado a desvanecer el tabú.
Algunas personas dicen que hay que pedirle a Dios por la muerte. Decirle cómo deseamos morir. Así evitamos el dolor propio y de quienes nos aman. Una señora amiga de mi mamá decía que quería morir de vieja y dormida, y así se fue.
En Cien Cuyes verás la historia de Eufrasia, una doña que cuida abuelitos y los «ayuda» a morir. El autor deja a nuestro criterio reconocer la inocencia o culpa de la mujer, simplemente narra, sin juicios, los hechos. Al final, el proceso de darle un empujón a otros a cruzar al otro lado, le permitirá a Eufrasia vivir su propio camino.
Necesitamos más libros que hablen de la muerte. Más poesía. Más conversaciones. La muerte es una hermana, decía alguien por allí. La muerte es sencillamente, una compañera de este viaje llamado vida, que si piensas bien es tan frágil, pues de un soplo y sin darnos cuenta, se nos va.
Una amiga judía me contaba hace días que en su cultura, comprar tu propio espacio en el cementerio, o un nicho estando vivos y con buena salud era de buena suerte, que se te bendice con larga vida. Cuando normalizas un hecho así le quitas energía a pensar en la muerte, no estás obsesionado con ella, eso te ayuda a usar más sabiamente tu tiempo. A vivir a plenitud.
Yo compré hace unos meses un nicho. Deseo se quede allí sin ser utilizado por muchos muchos años para vivir cada día al máximo, ser y hacer felices a otros. Contribuir con algo bueno al mundo.
Te recomiendo la lectura de Cien Cuyes. Me cuentas qué tal.


Deja un comentario