No me canso de leer las obras de Isabel. Cuando alguien me pregunta cuál es tu música, tu comida o tus películas favoritas no encuentro una respuesta. Pero si me piden nombrar a mi escritor preferido digo sin pensar Isabell Allende.
La crítica es variada. Muchos piensan no hay nada que halagar en sus libros. Pero yo llevo conmigo un apego especial por ella y sus escritos pues, con su Isla Bajo el Mar me introduje desde joven al mundo de los libros, y aunque no llevo una cuenta de más obras leídas, ni soy la más conocedora de literatura siempre cargo uno, siempre llevo una historia entre manos.
Largo Pétalo de Mar, como muchas o casi todas sus obras, es una apuesta a la memoria. Una apuesta por escribir la historia para que no se olvide. Es una mezcla política vestida de narrativa, cuenta la guerra y el exilio, pero lo especial de este libro es como abraza la obra de Neruda y la entreteje en su historia.
Es la historia contada de todo aquel que se ve forzado a salir de su tierra a causa de la guerra y el conflicto político del siglo XX. Es la historia de todo aquel que llama casa al país que lo acoge después de navegar el mar y cruzar al otro lado del mundo para comenzar una nueva vida apostando a la libertad. Es la historia de quienes no pierden la esperanza y batallan hasta el final para sentirse realizados, sentir que cumplieron una misión en la vida, hicieron lo que les llenaba el alma, aquello para lo que estaban hechos.
Algunas frases:
«… también quedaban los muertos y heridos donde caían, porque nadie se detenía a socorrerlos. La capacidad de compasión había desaparecido, cada uno velaba sólo por sí mismo y por los suyos».
«Esta gente ha sufrido mucho, señores. Son personas de buena moral, ordenados y respetuosos, vienen a su país dispuestos a trabajar y rehacer sus vidas», les dijo.
«Si tienes vocación para la pintura, tarde o temprano vas a pintar y es mejor que sea temprano. ¿Por qué tiene que ser en París o Buenos Aires? Sólo necesitas disciplina. Es como el piano, ¿sabes? Rara vez da para vivir, pero hay que intentarlo», argumentó Roser.
«No se puede cambiar el pasado, pero tal vez se pueden ir eliminando los peores recuerdos…»
«Los acontecimientos más importantes, los que determinan el destino, casi siempre escapan por completo a nuestro control».


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