Libros: El Olvido que Seremos de Héctor Abad Faciolince

Muchos capítulos de la historia de Colombia, están, tristemente marcados por guerras, injusticias, sangre y dolor.

El Olvido que Seremos es una obra que narra desde los ojos de un hijo la pérdida de un padre que lucha en defensa de los derechos humanos.

Recorre con nostalgia la vida de una familia quebrada por la persecución política y el afán de callar las voces de aquellos que se han atrevido a denunciar, que han querido hacer las cosas bien, apostando a la dignidad, la equidad, la salud y la educación.

Creo que justamente Héctor, escribe para no olvidar, construye una historia para perdurar y mantener vivo el recuerdo de su padre.

La leí en 2015, quisiera recorrerla de nuevo porque después de un tiempo los detalles se hacen borrosos, pero lo lindo es que está subrayada y con esos pequeños apartes puedo reconstruirla en mi mente, facilmente vuelve ese sentimiento que aflora cuando estás recorriendo sus páginas.

Pido perdón a quienes honran los libros manteniéndolos intactos, pero yo marco y coloreo porque cuando lo abres de nuevo, después de varios años, saltan fácilmente apartes de la historia y solo releyendo esas frases que te marcaron tienes suficiente para revivirlo en tu memoria.


Algunas frases:

«Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres»

«Sin alimentación, ni siquiera es verdad que todos nacemos iguales, pues esos niños ya vienen al mundo con desventajas», decía.

«No es que uno nazca bueno, sino que si alguien tolera y dirige nuestra innata mezquindad, es posible conducirla por cauces que no sean dañinos, o incluso cambiarle el sentido. No es que a uno le enseñen a vengarse (pues nacemos con sentimientos vengativos), sino que le enseñan a uno a no vengarse. No es que a uno le enseñan a ser bueno, sino que le enseñan a no ser malo».

«Fueron años de dicha, digo, pero la felicidad está hecha de una sustancia tan liviana que fácilmente se disuelve en el recuerdo y si regresa a la memoria lo hace con un sentimiento empalagoso que la contamina y que siempre he rechazado por inútil, por dulzón y en últimas dañino para vivir el presente: la nostalgia».

«Debemos trabajar para el presente y para el futuro, y esto nos traerá mayor gozo que el simple disfrute de los bienes materiales. Saber que estamos contribuyendo a hacer un mundo mejor, debe ser la máxima de las aspiraciones humanas».





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