Hay cuatro sabias reglas de vida que deberían enseñar en todas las escuelas. Con tanta carrera, preocupaciones y compromisos estos pequeños enunciados pueden hacernos las cosas más fáciles.
Los Cuatro Acuerdos es un libro corto, y lo difícil no es leerlo, sino ponerlo en práctica, porque va en contra de lo que los seres humanos hemos incorporado a nuestra psique con los años.
Aquí un desmenuce práctico de los famosos acuerdos:
Honra tus palabras. Algunas veces vamos por el mundo diciendo una cosa y haciendo otra. Pues de esto se trata este acuerdo: Ser coherente alineando pensamiento, declaración y acción.
Según el autor, este es el acuerdo más difícil de cumplir y también el más importante. Especialmente por el poder que llevan las palabras (dichas o pensadas).
Es un acuerdo maravilloso y aplica cuando estamos enojados y salen de nuestra boca palabras venenosas. Aplica también en la educación de los niños. Pero sobretodo, aplica con lo que nos decimos a nosotros mismos.
Cuánto veneno podemos despedir por nuestros labios. Pero si descubrimos el poder creador de lo que decimos, estaremos cumpliendo el acuerdo. Es básico: pensar antes de hablar. Usar nuestras palabras en favor del bien.
Recuerda, no duelen las palabras, sino las heridas que causamos con ellas.
No tomarse nada personal. Los seres humanos tenemos el hábito de creer que todos nos lastiman o que el mundo conspira en nuestra contra. ¡No! No tomarse las cosas personal es dejar de victimizarse. Es más, según el autor, tomarse las cosas así es una muestra de egoísmo.
Si alguien no está de acuerdo con tu opinión o tu manera de hacer las cosas, un comportamiento o un resultado inesperado, piensa siempre en el hecho y no en tu persona como causa de su reacción hacia ti.
No supongas. No des nada por supuesto, si hay dudas siempre es mejor preguntar y aclarar. Suponer nos hace inventar historias que sólo envenenan el alma, no tienen fundamento y nos hacen perder el tiempo en desvaríos.
Nos amargamos sin razón, inventamos discusiones a causa del imaginario, culpamos al otro por algo que sólo hizo en nuestra mente, buscamos soluciones a problemas que no existen.
Haz siempre lo máximo que puedas. Despierta todos los días con la mente y el cuerpo dispuesto a dar todo.
Si damos siempre nuestro mejor esfuerzo, el espacio que ocupan la frustración y la culpa es más pequeñito. Hay una frase linda en alguna parte del libro que dice: “Estamos aquí para vivir, ser felices y amar, no estamos aquí para sacrificar la alegría ni la vida”. Dar lo mejor pero en balance.
Voluntad. Se necesita voluntad y práctica para vivir así. Es una tarea de todos los días. Un día a la vez. Les dejo el enlace por si les gustaría leerlo un día.
¡Abrazos!
Kathe Berdugo 
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